lunes, 12 de julio de 2010

Primera edición

Debo comenzar diciendo que soy totalmente nueva en esto de los blogs, pero como se me da relativamente bien lo de la redacción y animada por el ejemplo de varios amigos que ya le han entrado a este nuevo mundo de la comunicación abierta y globalizada, me decidí a iniciar la experiencia.

El primer problema que enfrento, por supuesto, es el bendito tema. Normalmente los bloggers son amarillitos (imaginativos, súper espontáneos y con alma de artista), yo por el contrario, soy bastante azul (cuida la redacción, checa la ortografía, doble revisión para que no haya errores u horrores), en fin, para mi la decisión es razonada y en este momento me dan bastante envidia esos extrovertidos que en unos cuantos minutos expresan su sentir sin preocuparse de esas pequeñeces.

Después de unos diez, no es cierto, unos dos minutos de pensarlo, me gustaría compartir con ustedes la agradable vivencia que para mi fue el descubrir la cercanía que un medio tan versátil, pero a simple vista frío, como el Internet podía darme. Todo inició cuando pude comunicarme en tiempo real con familiares y amigos de otras partes del mundo, redescubriendo a muchos de ellos después de años de no verlos ni saber nada sobre sus vidas.

Todavía siento esa emoción que recorre mi cuerpo cuando veo la ventanita del Messenger avisándome que un ser querido de otras latitudes está iniciando una conversación conmigo o compartiendo una fotografía. O cuando navegando en Facebook encuentro a alguien que conozco y acepta o acepto ser su amigo en esta red.

No sé ustedes, pero en esta época en la cual todos tenemos la oportunidad de vivir en el lugar que más nos guste y en la que todos asumimos cada vez más responsabilidades que nos obligan a hacer magia con el tiempo, este contacto electrónico nos permite mantener los lazos de amistad vivos y vigentes.

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