miércoles, 13 de abril de 2011

Un vistazo al futuro

Debo hacerles una confesión: en verdad creí que tener un blog era una tarea bastante sencilla, pero después de algunos meses de no escribir absolutamente nada, me doy cuenta de que la labor de tenerlo actualizado es medio titánica. Parecería simple el escribir diaria o semanalmente algo interesante para compartir con todos ustedes y en realidad no es así.

Eso me llevó a pensar en la gran cantidad de planes y proyectos que diariamente diseñamos para nuestra vida y la de quienes nos rodean. Solo unos cuantos llegan a concretarse y convertirse en realidad. Cada vez asumimos más responsabilidades y nuestro día se convierte en una lista interminable de tareas que superan las horas con que contamos.

Me tocó participar la semana pasada en un seminario dentro del cual algunas sesiones fueron dedicadas a realizar ejercicios que nos permitieran hacer un alto en el camino y reevaluar hacia dónde vamos como personas, qué queremos para el futuro, dónde está la meta en la que hemos posado nuestra mirada y que buscamos alcanzar.

No fue raro, porque en realidad creo que todos los asistentes lo sabíamos al igual que ustedes lo hacen, de que nuestras prioridades y nuestros sueños están alineados inversamente y que le dedicamos más tiempo a lo que menos queremos y más al que en el momento parece ser el importante: nuestro trabajo. Dejamos de lado el pasar tiempo con la familia, conocerse a sí mismo o perseguir nuestras quimeras, que en algunos casos son tan simples como dormir una hora más sin oír una vocecita o un vozarrón, según sea el caso, que interrumpa nuestro descanso o ver nuestro programa de TV favorito sin tener un round por el control remoto.

Por supuesto que la conclusión de estas actividades no fue el dejar nuestros trabajos, porque si bien es cierto que para algunos es su razón de vivir, para la mayoría es un medio para lograr los demás objetivos que tenemos. Esto fue precisamente lo que concluimos, que es importante revalorizar nuestra labor diaria y colocarla en su justa dimensión. El trabajo dignifica si nosotros lo realizamos con dignidad y nos provee de lo necesario para alcanzar nuestros sueños si de veras los tenemos.

Al final, mi conclusión personal es que algunas veces ponemos el trabajo como nuestro máximo objetivo y dejamos olvidadas otras cosas que queremos lograr. Hoy yo quiero ver mi trabajo como el vehículo que me lleva a lugares en los que quiero estar, rodeada de mi familia, amigos y sobre todo de actividades que disfruto realizar en su compañía.

Y tú ¿a dónde diriges tus pasos?